Se leía en esos textos de antaño un cuento que se llamaba «Los cuentos de la muchacha»
Trataba de una humilde campesina que llevaba una canasta llena de huevos en su cabeza y con alegría pensaba que los iba a vender todos y que con eso se compraría un vestido precioso y un bello par de zapatos.
Tan concentrada iba que se tropezó y todos los huevos fueron a parar al suelo deshechos.
Así como el cuento fuimos los hondureños de todos los partidos a las urnas ilusionados con votar no por libre sino por la diferencia. Hartos de un grupo de mafiosos de toda calaña, a cuál más abusivo, secuestradores de un partido nacional que como en todos hay buenos y malos, pero estos últimos ya se habían pasado de la raya.
Y bueno libre sería la opción ante el otro desgastado partido liberal que llevaba a la cabeza a un dudoso exconvicto con más cola dura que un canguro con los hijos del diablo llevados en su bolsa y guardados con mucho celo.
Los otros nuevos partidos de mentiritas al servicio de los mismos más mentirosos que Pinocho.
Libre se está creyendo la bala que mató a Kennedy y a tan poco tiempo un congreso empleitado y poco después unos diputadillos con unas propuestas de enfermos mental. Que si se casan los hombres, que si les cambian la cara a los billetes de a 200, que si les dan cuarentena a los hombres cuyas esposas paren como si fueran ellos los que pujan. Tonteras más tonteras.
Con la primera mujer en una presidencia, que, aunque era puro parapeto pues ya sabíamos que era el botudo el dueño de las guayabas (físico y poder) vemos nuevamente el nepotismo en vivo y a todo color, despilfarros, obsesivos compulsivos comprando lo que no se ocupa, nombrando mediocres soberbios en puestos importantes y seguimos con la frase «pobre pueblo pobre»
Talanga no es la excepción el secuestro del partido por parte de los Moncada queriendo el negrito Mr. músculo queriendo ejecutar proyectos al margen de la autoridad del alcalde chiquito en años pero que puede aprender, menospreciando su capacidad y por lo menos este conoce Unitec no sólo balones.
Seguimos con una Honduras con la misma mona montada en diferente rama y los hondureños como el mondongo que no lo lavamos bien por eso seguimos comiendo estiércol.
¿Qué hacer? Pues cantar aquella canción folklórica que dice: » No hay otro pueblo más macho que el pueblo catracho del cual vengo Yo».
Libre no creas que todos esos votos son tuyos. Noooooo son de un pueblo cansado que le pasó igual que a las ilusiones de la muchacha y el pueblo te puede dar el voto de castigo. Nunca se sabe cómo decía el famoso difunto Chelato Uclés.