El objetivo estaba en la mira: era Fredy Padilla, el hombre que supuestamente imponía terror en Patuca, Olancho. Al momento del ataque tenía guardaespaldas y seguridad en un car wash, pero todos fueron sorprendidos y, en cuestión de minutos, les dieron muerte.
Como si se tratara de una serie televisiva sobre narcos, los hombres llegaron en un carro tipo pick-up y entraron a toda velocidad a la propiedad; en la paila iba un grupo armado con fusiles de asalto cubiertos con un toldo.
Cuando entraron se levantaron con todo y toldo, matando a los guardaespaldas y al hombre que, según los pobladores, tenía el control del paso de la droga por la zona, sin que ninguna autoridad reaccionara.
“Desde esa masacre (octubre de 2022) no se ha vuelto a dar un hecho tan violento, porque aquí las muertes son por droga, es una zona controlada por el narcotráfico”, aseguró un comerciante en voz baja, para no ser identificado.
Todo mundo lo sabe y murmura, por que ese bello lugar del nororiente de Honduras, que comparte frontera con El Paraíso y Gracias a Dios, es perfecto para trasegar drogas. Por estar muy cerca de La Mosquitia, la gente llega navegando en pipantes por el río Patuca, donde no hay presencia militar ni policial.
La Unidad Investigativa de EL HERALDO Plus viajó 190 kilómetros desde Tegucigalpa por calles de tierra, rodeadas por una hermosa vegetación, campos poblados de ganado y por la ribera del imponente río Patuca, hasta llegar a este municipio, que se ha visto golpeado por la violencia.
Un grupo de efectivos de las Fuerzas Armadas (FF AA) estaba apostado en la entrada principal de la represa Patuca III.
“Buenos días, amigos, ¿ustedes son parte de los retenes por el estado de excepción que se decretó en el municipio?”, consultó el equipo de la Unidad Investigativa de EL HERALDO Plus a los uniformados de verde olivo.
“A nosotros no nos han asignado a operaciones de seguridad ciudadana, solo estamos cuidando la represa y en caso que nos llamen a un operativo especial, sí nos movemos”, aseguró un efectivo, mientras se acomodaba el fusil en la espalda.
Palestina es una zona comercial de Patuca, donde convergen transportistas y la gente de las aldeas llega hasta allí por ser el lugar perfecto para abastecerse de lo necesario.
Para llegar, los carros repartidores lo hacen hasta con dos guardias de seguridad bien armados.
Una canción ranchera sonaba desde una mototaxi: “Mejor tú sigue sin mí, y a mí, que me lleve el diablo”, cantaba el joven Jairo, mientras esperaba pasajeros.
Luego de bajarle el volumen a la música, aseguró que en ese pueblo no hay extorsión, el problema son los asaltos en el camino hacia las comunidades debido a la falta de seguridad policial.
“Hace como un mes, cuando iba para Agua Caliente, en una carrera me salieron unos hombres con pistola, me detuvieron y me quitaron todo el dinero que andaba, gracias a Dios no me mataron”, recordó.
Un comerciante que prefirió el anonimato, aseguró que los asaltos solo se dan al interior del municipio, ya que si se registra en el casco urbano, la misma gente mata al delincuente, no andan poniendo denuncias.
Ante la falta de autoridad en esta zona es común que la persona que anda robando o asaltando aparezca muerta en cualquier potrero y nadie investiga, afirmó.
Excepción
En Patuca las calles mayormente son de tierra, hay pequeños tramos que han sido pavimentados con concreto hidráulico, pero no son la generalidad.
Hasta ahora se está construyendo un parque y la presencia policial prácticamente solo está como fachada, pues poco o nada pueden hacer.
De acuerdo con el Sistema Estadístico Policial en Línea de la Secretaría de Seguridad (Sepol), en 2021 se registraron 16 homicidios y tres muertes indeterminadas en ese lugar.
Mientras que al cierre del 2022 la cifra aumentó, con 19 homicidios, tres más que el año anterior y dos muertes indeterminadas.
Debido a esto, mediante el PCM-01-2023, publicado en el diario oficial La Gaceta el 6 de enero pasado, el gobierno decretó estado de excepción para los municipios de Juticalpa, Catacamas, Dulce Nombre de Culmí y Patuca, en el departamento de Olancho.
“Cuando escuchamos lo del estado de excepción nosotros pensábamos que iba ser algo diferente, íbamos a ver patrullas en las calles, porque así uno se siente más tranquilo, pero solo fue el primero día que se vio algo y luego no volvieron”, aseguró otro ciudadano.
La persona, que prefirió no ser identificada, afirmó que en el pueblo todos se conocen y saben que la principal causa de la violencia es la droga, la guerra por territorios ante las diferencias que existe entre carteles.
“Aquí todo el mundo sabe que pasa mucha droga, ahora dicen que en la montaña están sembrando hoja de coca y hasta la elaboran, pero no se puede hablar porque es peligroso”, confió.
La Policía, por su parte, parece dedicarse solo a ver accidentes de tránsito, porque durante el día no realiza operativos o retenes, todo pasa libremente, sin control.
Adelante de Palestina se ubica el palacio municipal, un poco escondido, pues el desarrollo en infraestructura en la zona es mínimo, pues por años el municipio ha estado olvidado, pese a que el lugar ha sido visitado por personalidades, afirman.
Frente a la alcaldía había un placazo que decía “putos 18” dibujado con pintura negra, del que ni las mismas autoridades se habían percatado de sus existencia.
“¿Y ese 18 que está pintado enfrente?”, cuestionó el equipo de la Unidad Investigativa de EL HERALDO Plus a las autoridades municipales.
“No lo había visto”, comentó una funcionaria municipal, “eso de seguro fue un cipote travieso, porque aquí no se permiten maras, el que ven con eso aquí lo matan”, aseguró sin inmutarse.
Una cuadra adelante del palacio municipal está la posta policial con un rótulo que ubica la “oficina de atención ciudadana”, allí mismo estaba una patrulla estacionada y dos agentes en camiseta.
El clase III, Alex Rodríguez, explicó que solo son ocho agentes asignados, pero permanecen cuatro operativos, porque la mitad se van libres.
“Aquí la ley la pone la misma gente, porque cuando son enemistades personales no buscan a la autoridad, sino que toman venganza ellos mismos”, expresó.
Los operativos los realizan los fines de semana y cuando se registra un hecho violento es difícil dar con los responsables, pues hay muchas vías de escape, sobre todo a la zona selvática. “Se van para el muelle del río Patuca, para La Mosquitia”, expuso el mismo agente.
Se mueren
“Los que aparecen muertos son personas que andan robando o se metieron con alguien equivocado”, aseguró un ciudadano de Dulce Nombre de Culmí, también en Olancho.
Después de la Universidad Nacional de Agricultura (Unag) de Catacamas, hay que recorrer 50 kilómetros para llegar a este municipio, por una carretera con asfalto que hasta cierto punto está en mal estado, luego se continúa por otro tramo de tierra.
Este lugar es la puerta de entrada para tomar la carretera clandestina que se construyó supuestamente por ganaderos para llegar al departamento de Gracias a Dios, a través de la Biósfera del Río Plátano.
“Mire, amigo, aquí viene gente de afuera que quiere robar y puede que lo hagan una vez, pero a los días aparecen muertos a la orilla de la carretera”, expresó el ciudadano Martir Centeno.
Vairon Juárez, alcalde de Dulce Nombre de Culmí, comentó que en los últimos meses del año pasado fue cuando se registraron varios homicidios.
El jefe edilicio expresó que se desconocen las causas porque muchas personas solo aparecieron muertas a la orilla de la calle, otras fallecieron en medio de discusiones personales y los comentarios dicen que también hay víctimas que estaban metidas en cuestiones de drogas.
Un agente de la posta policial aseguró que con el estado de excepción han aumentado los operativos y han disminuido las muertes, ya que el principal problema son las venganzas personales.
Datos de Sepol establecen que en el 2021 se registraron 27 homicidios y una muerte indeterminada en esta sede municipal. Mientras que el 2022 cerró con 22 homicidios y dos muertes indeterminadas.
Las muertes generalmente se dan por venganza
En Patuca, Olancho, solo hay entre cuatro y ocho policías para atender los problemas de violencia de unos 30,000 habitantes, aseguró el alcalde municipal, Juan Colindres.
Recordó que el día que inició el estado de excepción llegaron como seis patrullas, pero no regresaron, desde entonces dejaron a los mismos agentes.
En las primeras semanas de este año no se han registrado homicidios, gracias a Dios, pero aun así siguen desprotegidos por la falta de autoridades policiales, dijo.
Lo que se sabe es que cada hecho violento que se registra, generalmente es por venganza, es decir, a la gente le matan un familiar y en vez denunciar, ellos lo arreglan por su propia cuenta, ejemplificó.
A esto se suma que como nunca hay resultados en las investigaciones sobre quién mata a quién, entonces la misma gente es la que se encarga de resolver sus problemas.Consideró que Patuca es un municipio donde hay que tener prudencia y mucho cuidado por la falta de seguridad.
“Necesitamos más presencia policial, necesitamos una posta en el desvío de Terrero Blanco, ya que es la ruta que comunica con Juticalpa y no hay ningún control policial o militar”, demandó.
Esto provoca que se pierda mucho ganado, porque hay bandas que se roban los animales y se los llevan río abajo y se van por Poncaya, donde lastimosamente quitaron la posta de control, lamentó.